Piloto volaba drogado y ebrio: Fiscalía confirma intoxicación en accidente donde murió Débora Estrella
Monterrey, N.L., 2 de octubre de 2025. – A casi dos semanas del desplome aéreo que cobró la vida de la conductora de televisión Débora Estrella, la verdad oficial ya tiene rostro y sustancia: el piloto Bryan Leonardo Ballesteros Argueta iba intoxicado con alcohol y marihuana al momento de la tragedia.
El informe del Servicio Médico Forense (SEMEFO) no deja lugar a dudas: 183 miligramos de alcohol por litro de sangre colocaban a Ballesteros en estado de embriaguez, mientras que un análisis de orina confirmó metabolitos de marihuana. No había rastro de cocaína, metanfetaminas u otras drogas, pero con esos dos elementos bastó para sentenciar el vuelo.
En contraste, la autopsia de Débora Cecilia Estrella Garza, de 31 años, reveló un cuerpo limpio: sin alcohol, sin drogas, sin rastro de sustancias psicoactivas. Una periodista que perdió la vida no por sus decisiones, sino por la irresponsabilidad de quien conducía la aeronave.
La caída en García
El accidente ocurrió el 20 de septiembre a las 18:50 horas en el municipio de García, Nuevo León. La avioneta —propiedad de una escuela de aviación— perdió el control durante maniobras de práctica y se desplomó en el Parque Industrial Ciudad Mitras. Los videos que circularon en redes sociales muestran el descenso abrupto y el impacto mortal.
Tanto la conductora de Telediario Monterrey, como el piloto, fueron hallados sin signos vitales entre los restos de la aeronave.
¿Quién responde?
El alcalde de García, Manuel Guerra Cavazos, confirmó que se trataba de una aeronave escuela. “Estaban haciendo maniobras de despegue y regreso a pista. En una de ellas, no alcanzó a incorporarse”, explicó.
Pero más allá de la explicación técnica, la tragedia expone una herida abierta: ¿cómo es posible que un piloto en estado de intoxicación pudiera operar una aeronave de instrucción?
La muerte de Débora Estrella, quien era reconocida por su carisma en la pantalla y su paso por Multimedios, deja a la vista no sólo una falla individual, sino un vacío institucional. Un piloto drogado y ebrio volando no es un accidente: es un crimen incubado por negligencia y falta de control.
