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Renato N. y la medida justa del agua

  • julio 3, 2025
  • 2 min read
Renato N. y la medida justa del agua

Por Fernando Abraján

La libertad no lo absuelve. Solo le concede el beneficio de enfrentar el juicio en casa. Renato N., el personaje que durante semanas vendió la imagen de mártir del agua, ha sido liberado —sí—, pero no por victoria moral alguna, sino por la solicitud institucional del Gobierno del Estado para modificar sus medidas cautelares. Así de claro.

El gesto no es menor. Es reflejo de la manganimidad política del gobernador Alejandro Armenta: escuchar, intervenir, garantizar el debido proceso, sin convertir en bandera la prepotencia ni la indiferencia. Esa es la diferencia entre gobernar con autoridad y gobernar con empatía. Pero también —y esto que no se pierda— con responsabilidad.

Porque en Puebla, como en todo México, la justicia no se improvisa. Se ejerce con pruebas, con procedimientos, con consecuencias. Y si existen evidencias de que el 28 de mayo un grupo liderado por Renato N. saboteó la instalación de infraestructura hidráulica en San Miguel Xoxtla, causando daños cuantiosos a tuberías y pozos, entonces no hablamos de una protesta social, sino de un atentado contra el patrimonio común.

El agua no le pertenece a los grupos radicales, ni a los que se autoproclaman defensores sin credenciales, sin representatividad ni soluciones reales. El agua es de todos, y por eso el daño cometido no es sólo contra una concesionaria, sino contra la ciudadanía, el Estado y —en sentido amplio— la Nación.

No hay que olvidar que la infraestructura hidráulica y las vías de comunicación son de seguridad nacional. Y si alguien lanza piedras, incendia tuberías o bloquea pozos con cemento, no está defendiendo derechos: está cometiendo delitos.

De modo que sí, Renato N. está en casa, pero su expediente sigue en tribunales. Y el próximo lunes podría definirse si enfrenta un proceso penal por daño en propiedad ajena y despojo agravado. Todo depende de los jueces, de las pruebas, del marco legal. Lo que no está en duda es que su causa dejó más cenizas que agua.

Quiso encabezar una lucha social y terminó afectando el interés público. Movió piedras, pero no conciencias. Y aunque intentó manipular el discurso del pueblo, la historia —esa que sí tiene memoria— le recordará como un hombre que todo consiguió… menos agua para todos.


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