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Senderos de Paz: volver a caminar sin miedo

  • septiembre 29, 2025
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Senderos de Paz: volver a caminar sin miedo

Por Rita Sánchez.

Durante años, Puebla —como muchas ciudades del país— se fue acostumbrando al miedo. Madres que apresuran el paso para regresar a casa antes de que oscurezca; jóvenes que dejaron de jugar en las canchas porque la inseguridad los expulsó; familias que optaron por encerrar su convivencia entre muros altos, bardas y rejas electrificadas. Poco a poco, el tejido social se deshiló. Y donde antes había risas, partidos de fútbol improvisados y paseos vecinales, quedaron calles apagadas y parques vacíos.

En ese contexto, el programa Senderos de Paz impulsado por el alcalde Pepe Chedraui no es solo un tema de luminarias. Es, sobre todo, una apuesta por devolver la vida a los espacios públicos. Más de 500 puntos comunitarios, entre escuelas, parques e iglesias, han sido iluminados en 70 colonias, juntas auxiliares y unidades habitacionales. Cifras frías, sí, pero que detrás esconden historias cálidas: niñas que ya pueden volver con tranquilidad de la primaria a su casa, jóvenes que recuperan la confianza de practicar deporte en las noches, abuelas que se animan a caminar al templo sin temor.

Un tejido que se fue rompiendo

La descomposición social no ocurrió de la noche a la mañana. Se incubó en el abandono de los espacios públicos, en la falta de oportunidades para la juventud, en la convivencia reducida a lo virtual. La oscuridad en las calles no solo era física, también simbólica: cada luminaria apagada era un recordatorio de la ausencia del Estado y del distanciamiento entre vecinos.

Una apuesta por la convivencia

Senderos de Paz forma parte de la estrategia Puebla Brilla. Pero va más allá de embellecer calles: busca reconstruir el tejido social desde lo más elemental, que es recuperar la confianza en el entorno inmediato. Si una madre sabe que su hijo puede volver de la secundaria con calles iluminadas, esa tranquilidad es invaluable. Si un parque vuelve a llenarse de niños en bicicleta o parejas paseando, estamos hablando de una verdadera política de seguridad comunitaria.

El verdadero reto

Claro, la iluminación por sí sola no resuelve la inseguridad. Pero es un punto de partida indispensable: sin calles iluminadas, no hay convivencia; sin convivencia, no hay comunidad; y sin comunidad, no hay paz. La luz atrae vida, orden y pertenencia. Y hoy Puebla necesita volver a ser una ciudad en la que sus habitantes se reconozcan en sus calles y no las teman.

Pepe Chedraui ha dicho que cada luminaria encendida es un paso hacia la paz. Yo añadiría: cada luminaria es también una invitación a regresar a la calle, a apropiarse de lo público y a recordar que la ciudad es de quienes la habitan. Si entendemos eso, los Senderos de Paz pueden ser mucho más que una política municipal: pueden convertirse en la ruta para recomponer un tejido social que nos urge volver a tejer juntos.


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