¿Y tú qué combates, diputado?

Por Rita Sánchez.
Elpidio Díaz Escobar, presidente de la Comisión de Movilidad en el Congreso de Puebla, acaba de soltar una acusación temeraria: que los mototaxis en la Sierra Norte son utilizados para el trasiego de droga. Lo dijo con soltura, sin presentar pruebas, sin nombres, sin contexto, como quien lanza una bomba para ganar reflectores.
Pero lo más grave no es la declaración, sino desde dónde lo dice: un curul que debería estar al servicio de soluciones, no de estigmas. Y desde un partido, Fuerza por México, cuya presidenta estatal, Maiella Gómez Maldonado, tampoco puede fingir sorpresa. Porque si algo no tiene ese partido es bancada suficiente como para andar descoordinados. Lo que dice un diputado, pesa. Y lo que calla, también.
¿Ya se le olvidó a Elpidio Díaz que su propio partido postuló en Venustiano Carranza a Juan Lira Maldonado, alias “El Moco”, personaje vinculado -según reportes públicos- a actividades de huachicol y con un largo historial de señalamientos? ¿Y qué dijo el partido cuando explotó el escándalo? Nada. Absolutamente nada.
El diputado lanza acusaciones desde el escritorio, pero no propone una sola acción concreta: ni reforma legal, ni programa de movilidad comunitaria, ni propuesta para regularizar a quienes hoy sostienen con su trabajo lo que el gobierno no ha querido cubrir: rutas seguras y accesibles en comunidades olvidadas.
Es más fácil acusar que legislar. Más cómodo criminalizar a quienes trabajan por 10 pesos el viaje, que incomodarse y empujar soluciones reales. Porque los mototaxistas no están ahí por capricho: están porque el Estado -ese mismo que Elpidio Díaz dice representar- jamás ha garantizado un sistema de transporte público funcional en esas regiones.
¿Y ahora qué les dirán? ¿Que todos son sospechosos? ¿Que el mototaxi es narcomóvil? No, diputado. No es así como se hace política. Subirse a cualquier tema con tal de figurar en la prensa sin ofrecer soluciones estructurales solo confirma que padece el síndrome del político sin agenda, sin rumbo y sin sensibilidad, como cierta diputada tricolor.
Si de verdad quiere combatir el delito, comience por revisar su casa.
Porque la suciedad no está en las motos. Está en las omisiones.