Columnas en rojo y azul

Por Rita Sánchez
Bloque I: Los panistas y su memoria de teflón
El PAN anda muy indignado porque, según ellos, no hay obra pública en Puebla. ¡Qué descaro! Si justo fueron ellos los que dejaron la ciudad hecha un desastre. ¿O ya se les olvidó el teleférico millonario que hoy es un elefante blanco colgado a medias? ¿O el famoso tren turístico a Cholula, que se tragó millones y no dejó ni un peso de ganancia para el gobierno, aunque sí engordó las carteras de empresarios amigos a través de los famosos PPS?
Y si de compromisos incumplidos hablamos, recordemos al panista Eduardo Rivera, que prometió pavimentar mil calles en su gobierno. ¿Y qué pasó? Puras palabras al aire. No cumplió ni la mitad y hoy se atreve a criticar.
Por eso digo: su crítica es una “guerra sucia” financiada por ellos mismos, un show barato para tratar de recuperar la confianza que perdieron. Pero mientras ellos hacen grilla, las autoridades actuales siguen trabajando, tapando baches, corrigiendo sus malas obras y devolviendo un poco de dignidad a las calles de Puebla. La próxima vez que los escuchen quejarse, acuérdense que tienen mucho que explicar antes de exigir.
Bloque II: Armenta, sin favoritos y sin nepotismo
En lo político, el gobernador Alejandro Armenta ha sido muy claro: no hay favoritos para el 2027. Ni dedazos, ni ungidos, ni herencias políticas. Eso ya quedó atrás. Su mensaje es firme contra el nepotismo y contra esas viejas mañas que tanto daño le hicieron a México.
Y hablando de nepotismo, aquí hay un damnificado evidente: el senador Nacho Mier. Porque si de congruencia se trata, tendría que hacerse a un lado. Ya lo dijo el propio mandatario: en Puebla, siguiendo los lineamientos de Morena, ni un Armenta ni un Mier será candidato en el 2027. Punto.
La diferencia está en que Armenta se ha mantenido institucional, enfocado en gobernar, en la seguridad y en la economía. Mientras otros andan en la calentura electoral, él ha marcado distancia de esas viejas prácticas del besamanos y la unción. Su prioridad es la gestión actual y garantizar que el proceso de sucesión sea limpio y sin trampas.
Y eso, le duela a quien le duela, pone a más de un político en jaque.