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Entre el autoelogio y el cadáver: la ficción que visten Muñoz y Cuautle

  • octubre 13, 2025
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Entre el autoelogio y el cadáver: la ficción que visten Muñoz y Cuautle

Por Rita Sánchez

Los informes de los alcaldes locales deberían ser momentáneamente incómodos: no para decir “yo cumplí”, sino para enfrentar el espejo de lo que NO se hizo. En cambio, Omar Muñoz (Cuautlancingo) y Lupita Cuautle (San Andrés Cholula) emplearon sus respectivos primeros informes como vitrinas de autopromoción. Y la realidad detrás del estrépito es brutal: crímenes, cuerpos hallados, bandas delictivas y ciudadanos que ya no creen en discursos.

Muñoz ha pregonado que su administración ha “transformado” el municipio, con gestiones y obras de relumbrón. Pero en los hechos, los datos delictivos le llevan la contraria. En los primeros ocho meses de su gestión, homicidios y robos se dispararon en Cuautlancingo.

Y no hablamos de cifras lejanas: en 2025, Cuautlancingo acumuló seis crímenes, entre los que figura el feminicidio de una menor de edad, ajustes de cuentas y cuerpos hallados desmembrados.

Uno de los casos más recientes: el 1 de octubre, un hombre fue asesinado con un balazo en la cabeza mientras desayunaba en la fonda “Teresa” sobre el Bulevar Forjadores, en pleno municipio. Nadie impidió que le dispararan frente a testigos.

Aun así, Muñoz afirma que “solo el pueblo podría ratificarlo”, como si su gestión mereciera confirmación en lugar de evaluación rigurosa.

Pero no es solo violencia letal. El robo a comercios registró casos sonoros: más de medio millón de pesos en bicicletas fueron sustraídas de una tienda en Cuautlancingo.

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Ni los números ni las víctimas guardan su compostura frente al montaje de “éxitos”.

Lupita Cuautle llega al poder bajo la sombra del apellido Tlatehui: no solo su esposo, Edmundo, destacó en las administraciones pasadas, sino que su continuidad depende en gran medida de esa alianza familiar. En su discurso, esos nombres brillan más que las calles que no arregla ni la seguridad que no controla.

Y es que los delitos no esperan gesticulaciones. En San Andrés Cholula, la delincuencia creció de forma ostensible: homicidios dolosos aumentaron 40 %, acoso sexual se disparó 300 %, robo de motocicletas 92 %, robo a negocios 70 %, extorsiones 60 %, robos a casa 33 % y violencia familiar 30 % en un lapso muy corto de su gobierno.

El narcomenudeo, lejos de reducirse, aumentó un 30 % entre la administración anterior y los primeros ocho meses de Cuautle.

A todo esto se suman extorsiones y denuncias de que bares y negocios en la zona nocturna padecen cobros ilegales para operar: varios establecimientos han abandonado ubicaciones por miedo.

Pero lo más estremecedor es el aumento del narcomenudeo, el nivel de violencia —no sólo contra bienes, sino contra personas— y la sensación de impunidad que crece. Mientras Lupita habla de “trabajo que dará continuidad”, la mayoría ve decadencia tangible.

No son errores estadísticos aislados: Puebla es territorio disputado por al menos tres cárteles nacionales y varias bandas locales.

San Andrés y Cuautlancingo no están exentos. En el mapa del narco en Puebla aparece el Cártel de Sinaloa entre los actores que operan en San Andrés Cholula, así como bandas locales influyentes como la de “El Grillo”.

Alguien que les recuerde a Muñoz y a Cuautle que no basta con autopromoción: la violencia merodea sus dominios, no los pasa de largo.

La peor osadía política es querer reelegirse cuando tus indicadores básicos —seguridad, obra pública, confianza ciudadana— están rotos. Omar Muñoz dice que solo el pueblo podrá ratificarlo. Lupita Cuautle apuesta a que su trabajo y su apellido mantengan al PAN en San Andrés.

Pero ese “trabajo” no se ve. Se disfraza con entrevistas, propagandas y discursos floridos. La gente no respira tranquilidad en las colonias “fifís” ni en las populares. Las calles rotas, las patrullas ausentes, las noches con miedo: esos son los verdaderos balances.

Y ahora que Ricardo Gali y el pastor Paco Fraile se apuntan como posibles competidores en San Andrés, la apuesta de Lupita no es solo mantenerse: es gobernar bajo una presión creciente. Pero quien gobierna sin solucionar, no merece continuidad.

Ellos pueden recitar sus logros ante micrófonos oficiales. Pero mientras en las calles haya inseguridad, las familias sigan bajo el acecho del narcomenudeo, los empresarios siendo extorisionados y los fraccionamientos más «fifís» sigan sintiéndose inseguros dentro de su propio municipio… el verdadero informe es el silencio que los ciudadanos pagan con miedo.


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