No se vale lucrar con el miedo

Por Rita Sánchez
En estos días en que la inseguridad nos duele, nos sacude y nos hace voltear con preocupación a nuestras hijas, a nuestros padres, a quienes salen temprano o regresan tarde, hay quienes ven oportunidad… para sacar raja política.
Y eso, con todo respeto, no se vale.
Desde hace más de 15 años he escuchado a la gente: las denuncias de quienes viven con miedo, de quienes piden ayuda, de quienes simplemente quieren paz. Por eso me duele ver cómo algunas voces, en lugar de sumarse a la solución, deciden explotar el dolor como si fuera un trofeo electoral.
Hace unos días, tras el asalto ocurrido en Plaza Solesta, Mario Riestra —dirigente del PAN en Puebla y eterno candidato de ocasión— no tardó ni dos horas en tuitear: “La #InseguridadImparable en Puebla capital”. Así, con etiqueta incluida. Como si estuviera más preocupado por posicionarse en redes que por ayudar a resolver.
Pero, a ver, ¿ya se le olvidó que su partido ha gobernado esta ciudad durante años? ¿Ya se le olvidó que con Eduardo Rivera y Adán Domínguez la capital fue campo fértil para el narcomenudeo, los asaltos, los feminicidios y la impunidad?
¿Dónde estaba Mario cuando los poblanos denunciaban a bandas criminales que operaban con la complicidad de elementos de la policía municipal? ¿Por qué entonces no lanzó ninguna etiqueta, ni gritó su indignación?
El silencio cómplice también mata.
Y qué decir de Genoveva Huerta, secretaria del PAN en el estado, que ahora dice: “#Puebla con homicidios como nunca. No importa si es en plazas, juntas auxiliares u hospitales públicos, nadie se salva con Morena”.
Creo que no recuerda cuando la violencia estaba desbordada y el PAN era gobierno. Cuándo Puebla ardía por el huachicol, los feminicidios crecían y la corrupción se normalizaba desde la más alta esfera.
Las y los poblanos tienen memoria. Y sabemos distinguir entre quienes hacen politiquería con la tragedia, y quienes enfrentan los problemas con responsabilidad.
Porque una cosa es reconocer —como lo ha hecho el propio gobernador Alejandro Armenta— que hay retos serios en materia de seguridad, y otra muy distinta es usar la violencia para golpear políticamente, como si la sangre fuera combustible para campañas.
Y sí, la seguridad debe ser prioridad, siempre. Pero desde la ética, desde la verdad y desde la empatía, no desde el oportunismo cruel de quienes antes callaron y hoy gritan, como si nunca hubieran tenido poder.
Hoy más que nunca necesitamos unidad, inteligencia y memoria. No más hipocresía envuelta en discursos moralistas.
Las familias poblanas merecen respeto, no propaganda.
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