Un disparo en Polanco: cuando la violencia entra por la puerta de casa
Por Alonso Nava
En una de las zonas más seguras y caras de la Ciudad de México, Polanco amaneció con el eco de un disparo. No fue un asalto ni un ataque del crimen organizado. Fue algo mucho más inquietante: un hijo que le disparó a su madre en la cara y golpeó a su hermano menor, en un episodio que desnuda la fragilidad de lo que solemos llamar “hogar”.
Según el reporte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, los hechos ocurrieron la mañana de este domingo en una vivienda de la calle Aristóteles, en la IV Sección de Polanco.
La víctima, una mujer de 52 años, contó a los agentes que discutió con su hijo adolescente y que, en medio del arranque, él tomó una pistola propiedad de la familia y le disparó directamente al rostro.
El hermano menor, de apenas 11 años, intentó defenderla, pero recibió un golpe en la cabeza con la cacha del arma. No necesitó hospitalización, pero la herida que deja ese tipo de violencia no se mide con puntos de sutura.
Paramédicos diagnosticaron a la madre con una lesión de bala en la mandíbula izquierda; fue atendida y dada de alta más tarde. El padre entregó el arma a las autoridades, y el joven agresor fue detenido horas después, gracias al rastreo de cámaras de videovigilancia.
La violencia que ya no respeta códigos postales
El caso conmocionó incluso a los vecinos acostumbrados al silencio ordenado de Polanco. Pero más allá del morbo, el hecho revela una verdad incómoda: la violencia doméstica y la falta de control de armas no son exclusivas de los barrios marginados, sino problemas que viven puertas adentro, donde el dinero no compra equilibrio emocional ni comunicación familiar.
Nadie discute que los adolescentes viven en un contexto de presión, frustración y estímulos violentos. Pero algo está fallando profundamente cuando un menor tiene acceso a un arma en casa y decide usarla contra su propia madre.



