En 100 días renació la esperanza de Justicia en Puebla

Directo y Sin Escalas, por Gerardo Herrera
En la memoria colectiva, han quedado marcados los días en que aspirar a la justicia es un viacrucis. Hasta hace unos meses, acercarse a la Fiscalía o al Ministerio Público equivalía a emprender un viaje incierto entre papeleo interminable y respuestas esquivas, un suplicio que terminaba por desalentar a las víctimas y favorecer la impunidad.
En los primeros 100 días de la administración que lidera el gobernador Alejandro Armenta, se ha perfilado el anhelo de una justicia que no sea letra muerta, sino un estandarte real y tangible.
Así, y en sintonía con las promesas esgrimidas durante su campaña, el nombramiento de la fiscal Idamis Pastor Betancourt —mujer formada con rigor y conciencia de la realidad poblana— marca un hito simbólico e histórico. Se confirma el compromiso de dignificar la tarea de procurar justicia, al tiempo que se reconoce que es el tiempo de las mujeres en todos los ámbitos de la vida pública.
La voluntad de transformar se refleja en actos concretos: la apertura de jornadas de denuncia ciudadana mediante unidades móviles y la recepción de casos en diversas Unidades de Investigación —sin ataduras de competencia o especialidad— son muestras palpables de que el gobierno no quiere quedarse en las intenciones.
El registro de 20,890 denuncias en solo unos meses constituye una cifra contundente: cada caso representa una voz antes silenciada por el temor o la incertidumbre.
Del mismo modo, la depuración de la Fiscalía y los ministerios públicos era un reclamo social rezagado por años. Cuántas historias no habíamos oído de carpetas engavetadas y servidores públicos que abusaban de su investidura, incrementando así la brecha entre la ciudadanía y la ley.
Con la implementación de procesos de supervisión y la obtención de órdenes de aprehensión contra funcionarios que incumplieron su deber, se da un primer paso para recuperar la confianza y combatir de frente la corrupción.
En el panorama de este sexenio, también emerge un rayo de esperanza para las mujeres que sufren violencia. Inspirado en la valentía de Carmen Serdán y en el modelo de las “Casas Luna” de la Dra. Claudia Sheinbaum, el proyecto de Casas Carmen Serdán avanza con pasos firmes.
Estas casas, concebidas como espacios de resguardo y acompañamiento, buscan otorgar autonomía económica, física y decisoria a las mujeres en situación vulnerable, brindándoles no solo un refugio temporal, sino una plataforma para construir un futuro más digno. La meta de alcanzar 27 albergues no es un simple número, sino la promesa de un horizonte donde cada vez más poblanas puedan decir “no más” al ciclo de la violencia.
Por último, la intención de retornar los Ministerios Públicos a las juntas auxiliares busca reparar uno de los rezagos más sentidos en las comunidades: la lejanía de la justicia. Si bien el proyecto exige un análisis constitucional y presupuestal, la esencia del cambio —acercar la procuración a la gente— suena como un eco alentador, algo que atiende de forma directa las necesidades de los rincones olvidados de nuestro estado.
En estos seis años, Puebla se asoma a una nueva etapa que anhela la redención histórica de la justicia. El gobierno de Alejandro Armenta ha comenzado a materializar compromisos que parecían utopías, recordándonos aquel llamado de la propia Carmen Serdán: “Al que lucha, la voluntad le abre la senda”.
Hoy, esa senda se traza con la firme convicción de que la esperanza no es un ideal inalcanzable, sino el cimiento de un porvenir en el que la verdad y el derecho brillen con la fuerza que siempre debieron tener.
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